sábado, 13 de octubre de 2007

SOLO ANTE EL PELIGRO

Una serie de casualidades han facilitado que pueda escribir hoy este blog. La primera de ellas es que hace pocas semanas una conocida mía me propuso que la ayudase en cierto menester rayano en lo médico y lo legal. Me explico: esta persona se encuentra muy dolida debido a que el padre de su hijo la abandonó hace unos meses y en la actualidad tiene nueva pareja. Resulta que no está de acuerdo en que el padre e hijo se encuentren, además de fines de semana alternos, martes y jueves. Le pregunté cuales eran los motivos para desear ese distanciamiento, en principio nada deseable entre progenitor y vástago. Las respuestas eran vagas y confusas y ocultaban un comprensivo dolor emocional por la ruptura de pareja y un pernicioso afán de venganza en la que el hijo era el arma ejecutoria. Una situación evidentemente triste para todos pero, especialmente nociva para el hijo en cuestión.

Una vez explicada la situación le pregunté acerca de mi papel en este caso: ¿mediador entre los dos para llegar a un acuerdo? ¡No!, tendría que certificar que ella estaba siendo sometida a “malos tratos” para obtener de esta manera una intervención judicial fulminante que evitase las visitas por parte del padre a su hijo. Obviamente me negué a extender dicho favor principalmente para no ser cómplice de tal desaguisado y, además, condenar a un niño inocente de muy pocos años a crecer sin padre y, encima, pensado que era un delincuente. Esta persona se enfadó bastante por no desear participar en algo que consistía en extender “solo” era un certificado médico y no he vuelto a saber más de ella.

La cosa hubiese acabado ahí pero hace pocos días, durante una reunión informal con varias cabezas “pensantes” de este país comenté en voz alta este caso sin, obviamente, mencionar ningún dato que ayudara a descifrar quien era esta madre. Dos abogadas muy relevantes se rieron y exclamaron en voz alta para que todos pudieran oírles: “¡Claro que sí, ella hace muy bien!”. Ante mi sorpresa supuse que no habían entendido que la propia madre había entrado en detalles y aclarado que no había existido el más mínimo maltrato y que había reconocido abiertamente que era un simple ardid legal. “No importa, algo habrá hecho él”, respondieron las dos como si de una logia secreta se tratase.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero al pensar lo que estaba presenciando. Casi visualizaba al pobre desgraciado con los grilletes puestos intentando defenderse de la vileza de estas acusaciones…como si la cosa estuviese para bromas.

Algunos varones que presenciaron la conversación guardaron silencio como si fuesen cómplices de la situación.

Tiempos difíciles pensé. Pobre niño, solo ante el peligro.