martes, 19 de diciembre de 2006

EL ARTE DE EDUCAR

Debo confesar que cada vez que tengo en mis manos un libro de Javier Urra siento una dulce sensación de felicidad. El motivo es simple: su actitud vital mientras vuelca sus pensamientos es sumamente positiva. En un mundo donde los medios de comunicación padecen de una especial predilección por las tragedias y lo sensacionalista tenemos a este autor que sabe rescatar lo mejor de todos nosotros.

El mismo sugiere en el prologo de su nuevo libro 'El arte de educar' una frase que, perfectamente podría traducir el motor que le alimenta 'Te invito a un dialogo entre la escritura y el silencio, a percibir el temblor de la palabra que se refugia en la ingravidez sonada de la infancia'.

Es una obra que, prácticamente se puede abrir por cualquier pagina. Rebosante de pensamientos y aforismos resulta una acuarela que invita a la reflexión. Sin embargo, la obra esta perfectamente estructurada en diversos apartados tan sugestivos como interesantes: 'educar no es una ciencia, es un arte' o 'intentamos ser creadores de nosotros mismos'.

Abrir una pagina, leer y reflexionar se convierten en todo un ejercicio diario.

Alguien que es capaz de decir que 'lo más íntimo que tengo es mi pensamiento' y luego lo vuelca sobre un papel en blanco merece todos mis respetos.

Sin lugar a dudas es una obra para leer en familia.

viernes, 8 de diciembre de 2006

YO DENUNCIO, TU DENUNCIAS, NOSOTROS DENUNCIAMOS...

Voy camino de tomar un avión y en uno de los pasillos del metro aparece una gran fotografía de un niño que presenta heridas en su rostro. En el texto que acompaña a tan impactante anuncio se invita a denunciar los malos tratos, esta vez hacia los menores: "¿A que duele? Si te duele, ¡denúncialo!". La pregunta que me asalta es ¿quién debe de materializar dicha denuncia? Si resulta que son los padres los agresores también es evidente que ellos no se van a denunciar a sí mismos. Si es uno de los conyugues el que agredió al hijo podría ser especialmente doloroso, por ejemplo, ver al padre (ya que en el caso de los hijos suele ser la madre, estadísticamente hablando, quien realiza la agresión con mayor frecuencia) acudir a comisaría a poner la oportuna denuncia en contra de su compañera y, a la vez, madre del agredido.

Es cierto que la campaña fomenta la protección del menor a través de los resortes legales pertinentes, sin embargo, visualizo una sociedad que intenta arreglar todas sus taras a través de mecanismos jurídicos: "malos tratos de género" mediante leyes muy discutidas por su inoperancia. "Delincuencia juvenil" en el que un amplio sector de la población pide penas más duras y ahora otra incitación a la denuncia, una vez más dentro de la propia familia.

Obviamente, debemos contener la violencia en general y en particular, dentro de la propia familia. Pero, ¿alguien ha pensado en la actuación de figuras tan importantes en otros países como los mediadores cuya intervención puede ser vital en apagar la violencia dentro del hogar? O bien de unidades de intervención de psicólogos, terapeutas, pedagogos que evitasen algo tan delicado como generar un embrollo legal en el seno familiar. La denuncia debería ser el último resorte a emplear y siempre después de haber agotado todos los recursos propios de un entorno terapéutico. En caso contrario puede ser peor, ocasionalmente, el remedio que la enfermedad.