lunes, 10 de diciembre de 2007

UNA TRAGEDIA QUE PUDO SER

Algo insólito ha ocurrido en casa. Lo cierto es que se decidió casi en la clandestinidad: me he deshecho de la televisión principal. Se que debería haber mantenido este acontecimiento en cierto discreto secreto, más aún cuando el que escribe estas líneas participa con cierta asiduidad en las tertulias catódicas opinando sobre temas relacionados con la "psique" humana con mayor o menor fortuna. Un determinado día puse un anuncio en Ebay y siete días más tarde tres fornidos chicos bajaron los nueve pisos de casa con un tremendo aparato que rondaba los cien kilos. Imaginaba que la rebelión entre mis tres hijos iba a generar por lo menos, una protesta general y algún atentado contra mi seguridad. Sinceramente lo que más temía era "el día después". Sin embargo, el domingo amaneció como siempre excepto el cauteloso sonido del cierre de la puerta del salón que siempre me despertaba y que profetizaba una fuerte sesión de dibujos animados. En cambio, el más pequeño permaneció en su habitación jugando con sus coches y muñequitos y recreando su fantasías. No hubo protestas. A media mañana se levantó el mediano. Miedoso que víctima de algún extraño Síndrome de abstinencia electrónico le hubiese afectado alguna zona de la sustancia cerebral me acerqué a él con cierta cautela y, sin embargo, me dio un beso de buenos días. Para mi sorpresa, en vez de demandar el visionado de alguna trasnochada serie americana me miró fijamente a los ojos y me dijo: "Papá, ¿qué vamos a hacer hoy?. Esperamos a que la mayor se despertase para recabar su opinión. El caso es que nadie pareció echar de menos la "cosa" que había permanecido contra una pared del salón y de cuyo rodapié pendían todo tipo de cables y conexiones a otros aparatos auxiliares que a modo de cordón umbilical seccionado yacían sobre el "parquet". Silenciosamente, como cuando alguien de la familia ha fallecido y todos lo saben pero nadie quiere hablar de ello, propuse irnos al Rastro en esa aún bella mañana de domingo. Por fin logramos llegar antes del cierre de los puestos y pasar una mañana genial. Para los más escépticos y cobardes (como yo lo era hasta ese día) he de aclarar que una bella pantalla de plasma adorna una de las paredes del dormitorio principal. Nunca se sabe si algún miembro de la familia necesita con cierta urgencia algún capítulo de los Simpson. Sin embargo, hasta ahora, la pantalla se nutre de contenidos de un portátil cercano: algún capítulo de Pipi Langstrum que, aunque parezca mentira, hace las delicias del pequeño para desesperación de los psicópatas-creativos nipones. Pero, sobre todo se ha recuperado cierta capacidad de comunicación y los chicos ocupan su tiempo libre en otras cosas más productivas, especialmente el jugar (si, lo considero "productivo" sin lugar a dudas). increíble, si no lo veo no lo creo. ¿Se atreven ustedes?.

PD: como pronosticábamos hace pocas semanas ya nadie se acuerda de los niños del Chad. ¿Niños?, ¿Qué niños?.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el artículo.
Hace tiempo que yo n veo la televisión, pero mi mujer por ejemplo con un programa en el cual usted participa a veces se queda hasta las tres o cuatro de la mañana despierta.
Luego se levanta alas dos de la tarde, desayuna y trastoca todo el orden familiar.
A veces es necesario romper y tirar el televisor.
Así hice con uno sobrante , se lo di a Rema, evangelistas ellos, pero lo otros dos televisores de la cas son usados pra adocenarse, uno en el salón en el que hoy por ejemplo que no está mi mujer ni se ha encendido y otro que se llevó mi hijo a su habitación y es el que debo tirar pues lo conectó a la play station 3, y con el ordenador en la misma mesa, se puede imaginar el desastre de personalidad que estoy creando en él.
Así pues a lo mejor me animo y doy a lo s de Remar dos ordenadores, que dejaré de usar en breve, y un televisor

Anónimo dijo...

Jajaja, Gaona, esta vez te has "pasao". Felicitaciones

Anónimo dijo...

Muy interesante, veo que no soy el único "bicho raro" al que la televisión le parece, lo que más, malgastar el tiempo que podemos emplear en tantas cosas. Nosotros creo que sobre todo lo usamos para hablar, de nuestras experiencias, parece que a los niños les encanta saber cómo era por ejemplo el colegio hace treinta años, de los libros que estamos leyendo, de nuestra familia y amigos, de nuestros proyectos, de lo que hemos visto hoy... pero también hacemos juegos de palabras y de repente nos vamos a buscar un diccionario, o un libro de cualquier materia sobre lo que estemos hablando, sea un mapa o un libro de arte, o sobre las estrellas, o la biblia... Utilizamos la tele para ver algún DVD, como soporte para aprender idiomas, y de vez en cuando vemos algo de deporte o algún programa de entretenimiento. Bueno también hay una Play, se usa más o menos cada quince días. Yo para las noticias, prefiero la radio, es como que acompaña con más discreción, no como la tele, que necesita de toda tu atención, se convierte en protagonista de la familia. Gracias por la página y el blog, me resulta muy enriquecedor.