jueves, 17 de mayo de 2007

UN VASITO DE AGUA

Imagino que no soy el único padre a quien su hijo le pide un vaso de agua antes de dormir. Lo curioso es que esto sucede momentos después de lavarse los dientes. Es decir, de tener la oportunidad de beber voluntariamente lo que el desease. Sin embargo no hay noche en que no se repita la misma cantinela: "papa, el agua". ¿Que sucede entonces? ¿Alguna súbita deshidratación nocturna relacionada con algún intrincado mecanismo fisiológico? Si esto fuese cierto, ¿porque no bebe tan solo un minuto antes en el lavabo, incluso cuando le hago tal sugerencia? Parece evidente que el vaso contiene algo más que agua: quizás una necesidad del niño para sentirse querido o, al menos, el centro de atención hasta en los últimos momentos de su quehacer diario.


En las pocas ocasiones en que se me olvida o en otras, he de reconocerlo, que me largo de la habitación y pongo a prueba su tenacidad pensando: “¿Se le habrá olvidado?”. No me he apartado un par de metros cuando el usual requerimiento atrona el pasillo. Sonrío, voy a la cocina, tomo un vaso y vierto agua en él. El niño, sonríe ya cayéndose de sueño y seguramente pensará: “me quiere y me sigue cuidando, ha pasado la prueba” o, en el peor de los casos pensará que me está amaestrando cual mamífero en pos de su recompensa. Prefiero pensar en la primera opción. ¿Qué piensan ustedes?



José Miguel Gaona


Director “Educar Bien”


lunes, 7 de mayo de 2007

PADRES, CUSTODIAS COMPARTIDAS Y NIÑOS. MEJOR DICHO: NIÑOS, PADRES Y CUSTODIAS COMPARTIDAS.

Ayer por la noche en el programa de la segunda cadena denominado “Enfoque” se abordó el tema de la custodia compartida. Las opiniones, obviamente, era reñidas entre los distintos invitados: un juez de un juzgado de familia de Sevilla, representantes de distintas asociaciones a favor y en contra de dicha medida y la participación de uno de nuestros brillantes colaboradores: Julio Bronchal.

Resultaba difícil sustraerse a la lógica de este último. Podría decirse que por afinidad ideológica o simple cercanía profesional debería simpatizar con él. Sin embargo, creo que no eran estas las razones. Definió con claridad lo que suponía ser progenitor de “primera clase” y de “segunda”. Asimismo hizo otras observaciones en la misma línea que defendemos en esta revista en contra de la “alineación parental”. Ese estado de “lavado de cerebro” que uno de los progenitores ejecuta sobre sus hijos para enfrentarlo al otro progenitor y, de paso, atraerle hacia sí.

Entre otras muchas inteligentes apreciaciones, Julio Bronchal afirmó que uno de los primeros avances en la legislación fue la de reconocer que el cuerpo y la vida de los hijos no pertenecían a sus padres. El segundo progreso fue darse cuenta que la “psique” de nuestros hijos tampoco es de nuestra propiedad como para manipularla en el sentido de la “alineación parental”.

Así es: los hijos son un tesoro y nosotros tan solo sus custodios. Y si es así, ¿por qué algunos progenitores se atreven a hablar en primera persona defendiendo más bien derechos propios que el bien del niño?, ¿puede ser que el “pack” del niño se añadan otras ventajas cuyos beneficios exceden el comentarlas en estas líneas?. Las épocas en que ciertos grupos sociales daban por sentado que por pertenecer a una raza, sexo u otra particularidad personal conllevaba un privilegio social han quedado atrás. Pero, parece, que algunos no acaban de enterarse.

Creo que ayer avanzamos otro poquito a favor de nuestros hijos para que estos disfruten de madre y padre de la manera más equalitaria posible.

José Miguel Gaona

Director “Educar Bien”