domingo, 8 de octubre de 2006

EL FINAL DE LAS VACACIONES

Finalizan las vacaciones y todo vuelve a su ritmo normal. Mientras escribo estas líneas recuerdo con nostalgia pero no menos nerviosismo la desazón que me causaba volver al colegio. Lo curioso del caso es que ese nudo en el estomago desaparecía nada mas comenzada la primera hora escolar. Eran numerosos los comentarios, experiencias y anécdotas que compartíamos con los compañeros. Tantas que, al final del día, quedaban otras numerosas para el día siguiente.

Sin embargo, ahora que soy padre añado otra preocupación: ¿Qué va a pasar este nuevo año con los hijos?, ¿Qué nuevos desafíos nos va a deparar este curso?...y una obsesión: ¿voy a poder dedicar suficiente tiempo a mis hijos?. No solo eso, sino que también debemos de forzar nuestros horarios para sincronizarlos con nuestros hijos. En definitiva, nosotros también vamos al colegio. Nos levantamos a horas que no siempre coinciden con las de ellos y terminamos, en ocasiones, nuestro trabajo para recogerlos en el colegio o en la parada del autobús cargados de un terrible sentimiento de culpa por casi no haber llegado a tiempo.

También resulta evidente que la vuelta al colegio no supone lo mismo para un niño que haya tenido problemas en el mismo que para otro que disfruta aprendiendo y socializándose con sus compañeros.

Por extraño que parezca, todavía son muchos los padres que creen que la obligación de educar recae casi exclusivamente en los profesores, que “para eso les pago”, mientras que en casa tan solo hay que inculcar unas reglas básicas de urbanidad, normalmente relacionadas con la comida o la vestimenta, pero nada más.

La desconexión entre padres y profesorado suele ser la norma general. Un buen consejo es acudir a la primera reunión de padres y, al menos, conocer a los profesores de nuestros hijos. No esperemos a tener problemas para contactar con ellos. Enterarse del plan escolar a seguir y, a ser posible, encontrarnos con ellos cada 2 o 3 meses para valorar su evolución. Apoyar moralmente a los profesores desde casa es otra de las tareas pendientes. Nuestros hijos no les respetaran si, nosotros mismos, nos dedicamos a desprestigiarlos bajo el techo de nuestro hogar. Una manera muy activa de acometer esta tarea es la de ayudarles en las labores de casa e interesarse por lo que hacen.

Mas que el propio rendimiento académico debemos de centrarnos en la transmisión de valores por la cultura, especialmente la lectura. A mis hijos suelo decirles: “No quiero que aprendas ‘cosas’ sino que aprendas a pensar”. Esta idea requiere tiempo en desarrollarse, diría que toda una vida ya que puede desgastar a muchos padres desbordados, además, por las obligaciones diarias. Requiere tiempo y, sobre todo, muchísima paciencia, especialmente cuando nuestros hijos muestran desinterés por algo que, probablemente, no sabrán apreciar, excepto a largo plazo.

No olvidemos, pues, la primera regla de esta vuelta de las vacaciones: ir la escuela es algo positivo, útil y agradable para el niño. Es el lugar donde conocerá a otros niños y se divertirá aprendiendo. Sin casi darnos cuenta sé ira formando como persona y heredando nuestros valores. Educar no es otra cosa que ayudarle a separarse de nosotros, en la mejor de las condiciones, claro está.

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