jueves, 19 de octubre de 2006

EMPATIA Y TOLERANCIA

Hace un par de días me encontraba en un programa de radio de una conocida emisora nacional hablando de lo que comunmente se ha denominado "inteligencia emocional". La presentadora, creo que con fingida sorpresa, con objeto de que yo, el entrevistado, tuviese que contestar a cuestiones que ella misma sabía pero que el público, probablemente, no conocía. Dijo no entender que relación podría existir entre la "empatía" y la "tolerancia". A primera vista parece que hubiese que forzar ambos conceptos para encontrar puntos de coincidencia. Sin embargo, no es así.

En primer lugar, la "empatía" ha sido clásicamente definida como "ponerse en el lugar" del otro. Aunque parezca mentira, eso se aprende desde pequeños, no siendo, para nada, una cualidad innata. Se podría llamar también "resonancia afectiva". Si el otro sufre, nosotros nos ponemos en su lugar. Si el otro llora, se nos humedecen los ojos. Si la alegría se desborda (recuerdan esas escenas del pueblo donde ha tocado el "gordo" de Navidad y todos están contentos, incluso muchos a lo que nos les ha tocado ni un céntimo?) los demás también somos contagiados del mismo sentir.

Esa comprensión de lo ajeno es lo que, en definitiva, nos hace tolerantes ya que comprendemos las distintas cualidades de aquellos que nos rodean. Comprendemos el sufrimiento del inmigrante que se ha jugado la vida en el pequeño bote o bien de aquel que no pertenece a nuestro círculo y que tiene distinta ideología del tipo que fuere. ¿Cuántas veces nos hemos llevado sorpresas al llegar a conocer a alguien que, aparentemente, era tan distinto?. Todos, absolutamente todos tenemos, en mayor o menor medida los mismo ingredientes, deseos y temores. Son muchas más cosas las que nos unen que las que nos separan. El arte consiste en hacer ver a nuestros hijos, en enseñárselo, que las similitudes son lo más común entre los seres humanos.

En esta época de odios y separaciones, tan solo rascando en el corazón de nuestro ser más cercano podremos dar una buena lección de empatía, algo que no se aprende en la calle, y de su prima hermana, la tolerancia, a aquellos que, silenciosamnete, nos vigilan y aprenden: nuestros propios hijos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena reflexión. Nunca había pensado en ello. ¿y que viene después en esa secuencia d empatía-> tolerancia->?

Anónimo dijo...

si hubiera más de eso no habría guerras, Salud !

Anónimo dijo...

Creo que soy una persona empatica,soy dependienta de comercio,y eso ayuda a conocer y escuchar a la gente.Algunos clientes ,sin conocerles de nada me cuentan su vida,o sus preocupaciones,creo que el ser humano necesitamos comunicarnos y sentirnos escuchados.Pero todo esto no me sirve con mi hija de 17 años....he intentado todo,pero su egoismo,su despreocupación por los estudios,y su desinteres por el esfuerzo,me preocupa y desanima.Quiere dejar el bachiller,va a segundo,y ponerse a trabajar.Quiero ayudarla,pero nada parece tener respuesta por su parte...Ojalá pudiera hacer que entendiera su error,quizá el dejarla que se equivoque,es una forma de ayudarla..no se....