miércoles, 28 de febrero de 2007

"NEED FOR SPEED" CONTRA EL MONOPOLY

Resulta interesante observar como muchos niños “pierden” literalmente la cabeza con muchos juegos de consolas o aplicados al ordenador. Sin embargo, estas Navidades pasadas, ya lejanas, ocurrió algo que, de alguna manera, me ha sorprendido en cuanto a sus resultados.

Mi madre, abuela evidentemente de mis tres hijos, regaló al más pequeño un juego de sobremesa, concretamente el “Monopoly”. Juego que a muchos de ustedes les traerá gratos recuerdos de momentos en los que comprábamos y vendíamos calles enteras sin pensar en las nefastas consecuencias de nuestras acciones en relación a la Hacienda pública.

En un primer momento, imaginé que el pequeño de ocho años de edad, iba a fruncir el gesto un tanto decepcionado por no recibir la última versión de “Need for speed” que tanto anhelaba, especialmente después de verlo publicitado casi en cada parada de autobús.

Los primeros momentos fueron un tanto de curiosidad. La caja, lo recordarán ustedes, se encuentra repleta de atractivos billetes de colores y fichas que representan a cada jugador. Nos reunimos, sus hermanos y el que escribe, en torno al juego y comenzamos una primera partida de cortesía. Cuál no sería mi sorpresa cuando fui testigo de como los silencios llenos de sonidos electrónicos propios de las consolas estaban siendo reemplazados por risas y gritos cuando alguien expoliaba una propiedad a uno de sus hermanos. Más aún, el juego de consola, descansaba encima de un sillón con sus “bytes” prestos a llenar la memoria de procesador, pero nada: el cubilete con los dados se agitaba sin cesar.

La primera idea que se me vino a la cabeza fue: “¡qué éxito de juego!”. Pero, la verdad es que lo estábamos pasando bien gracias a que jugábamos juntos. El juego era tan sólo el vehículo para pasar un buen rato en compañía de los demás. No sólo eso, sino que tenía que disponer de bastante tiempo para compartir una partida completa renunciando al trabajo, llamadas telefónicas, escribir correos, etc.

¿Cuántas veces nos quejamos de que hacer con nuestros hijos cuando, realmente, tenemos muchas opciones delante de nuestras propias narices? ¿Tenemos el valor de abandonar nuestra “importante” reunión (y lo de “importante” lo digo en serio) para ir a jugar una partida con nuestro hijo?. Podría ser llamativo para muchos, pero el chico dejó de lado la “Play”, el ordenador y la TV por jugar una partida. ¿No era eso lo que queríamos? Y cuando lo logramos, ¿somos capaces de mantenerlo? Ah!, el "Need for Speed" solo lo utilizaron un día.

lunes, 12 de febrero de 2007

¿EXISTE EL FRACASO?

Dependiendo de cómo nos conocemos a nosotros mismos reaccionaremos al entorno que tenemos en derredor.

Dependiendo de esta percepción vamos a embarcarnos en distintas tareas que pondrán a prueba lo que creíamos que somos en relación a lo que verdaderamente podemos rendir. Si una persona posee una pobre idea de sí misma resultará que no podrá acometer empresas para las que, paradójicamente, si podría estar capacitada. Es decir, su propia imagen llega a ser su peor enemigo. Por el contrario, tener una idea magnificada de sí mismo es probable que le lleve a padecer innecesarios fracasos a lo largo de su vida.

¿Pero que es el fracaso? En primer lugar, es experiencia vital que nos debe servir para mejorarnos y aprender a no cometer el mismo error. ¡Sí!, todos conocemos ese dicho tan español que “el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra”. Pero, incluso en esta situación puede que se desprenda otro aprendizaje, paralelo a la piedra en cuestión. Quizás en relación a uno mismo: “no debo de tener relaciones con cierto tipo de personas” o, por ejemplo, realizar, tal negocio.

Aquellos que se hunden con los problemas son personas con falta de conocimiento propio, irreflexión, victimismo y cierta dosis de rebeldía inútil. Por el contrario los que maduran no solo lo hacen cumpliendo edad sino utilizando los reveses para aprender. En definitiva: se “autoeducando”.

De todo ello podemos extraer una buena experiencia útil para nuestros hijos:
· En aquellas situaciones que no obtenemos el resultado esperado debe de constituirse como un problema a resolver y no en un “fracaso”. Debemos concentrar la atención en como superar dicha dificultad analizando los fallos cometidos y, esta vez, ayudándole a conseguir sus logros.
· No hacerle sentir inferior a los demás cuando se obtienen óptimos resultados. Ni por contraste hacerle sentir superior por haber conseguido el éxito.

Entonces, ¿existe el fracaso o tan solo estamos aprendiendo? ;-)
Ahí queda el debate abierto.


José Miguel Gaona
Director, “Educar Bien”

lunes, 5 de febrero de 2007

EL VALOR DEL ESFUERZO

Resulta obvio que para llevar a cabo esfuerzos debemos estar motivados. Estas rutinas comienzan en la infancia. ¿Sabía Usted que, por ejemplo, los atletas olímpicos chinos comienzan sus entrenamientos hacia los 4 años de edad? Y los violinistas hacia los 5 años y los mejores maestros de ajedrez hacia los 7 años de edad.

Pero, ¿Cuál es la utilidad del esfuerzo? Algo tan sencillo y útil como adquirir logros. “El que no trabaja no come”. Una idea repetida desde los tiempos de San Agustín hasta los de Lenin.

El esfuerzo y la motivación se construyen mediante la capacidad de soñar y ésta, a su vez, mediante la confianza y esperanza en el futuro de la que son enemigos el materialismo y la mediocridad cultural.

No basta con que llenemos de contenidos los cursos escolares a la vez que los vaciamos de motivaciones. Sin esfuerzo no hay aprendizaje, pero el esfuerzo no es gratuito y para realizarlo hay que responder positivamente a preguntas del tipo: ¿vale la pena?

A grandes rasgos podríamos recomendar para estimular el valor del esfuerzo:

- No dar lo que se necesita de una manera directa para no adormecer lo que se desea evitando el esfuerzo. (“Enséñale a pescar en vez de darle el pescado”)
- Valorar el esfuerzo diario.
- No dejarlo todo para el final. Repartir el esfuerzo de manera inteligente.
- Concretar contenidos y planificar. Así sabemos hacia donde dirigir nuestros esfuerzos.
- Adaptar nuestro trabajo (estudio) a lo que somos y no al contrario. Lo rentabilizaremos considerablemente más.

Todo ello nos llevará ser dueños de nosotros mismos. Se aceptan ideas…