En ocasiones me siento abrumado por la avalancha de información que recibimos a diario. Tenemos páginas webs que nos informan de las noticias minuto a minuto. Radios hora a hora. Canales de televisión que emiten las 24 horas del día y periódicos que compiten entre sí con sus contenidos informativos.
Casi todos reflejan lo que sucede en nuestro derredor y como tremendos amplificadores mediáticos repiten una y otra vez las mismas noticias. En gran parte de las ocasiones, dichas nuevas se acompañan de imágenes lo que les otorga, al parecer, una mayor veracidad: “si lo he visto debe ser verdad". Paradójicamente, la visión es el órgano que menos crítica recibe por parte de nuestro intelecto, mientras que, por ejemplo, la audición es escrutada con mayor celo y rumiada hasta deshilachar lo que consideramos “veracidad”. Es decir, curiosamente, es mucho más fácil engañarnos con lo que vemos que con lo que escuchamos. Los magos saben mucho de este arte de la ilusión.
Hoy en día cuando dos personas se cruzan en la calle o coinciden en un lugar determinado “comentan” las noticias del día. Si bien lo que hacen, en realidad, es repetir lo que han escuchado. El conocido escritor George Orwell decía “atibórrales de información y creerán que están pensando”. ¿Cuántos padres enseñan a pensar críticamente a sus hijos?, ¿a poner en duda lo que ven o aprenden?, ¿a jugar con las ideas?, ¿quizás lo que es considerado “normal” sea patético y enfermizo en muchas ocasiones?
Por poner un ejemplo, “normal” es tener caries y “anormal” ser inteligente y no por esto, lo último deja de ser deseable. En los tiempos que corren de un supuesto “pensamiento único” es nuestra labor abonar el “pensamiento crítico” de nuestros hijos, rico de individualidad, para que como semillas siembren de escepticismo a la siguiente generación. Dudemos y enseñémosles a pensar.
¿Qué os parece?, podéis dejar vuestro comentarios.
José Miguel Gaona.
Director de "Educar Bien"