De esta forma titulaban algunos periódicos la sanción a una madre gaditana por haber abofeteado y “tirado de los pelos” a su hija de siete años. La niña hizo un comentario soez sobre la masculinidad de la nueva pareja de la madre que fue respondido, impulsivamente por parte de la madre, en forma de lo que antiguamente se denominaba “soplamocos”. No se puede acusar a la niña de haber actuado con especial mala sangre ya que, seguramente, desconoce el significado profundo y chocarrero del término “homosexual” que, contradictoriamente, la nueva pareja de la madre casi con seguridad no lo era dada la relación heterosexual. En cualquier caso, la noticia podría engrosar el anecdotario nacional a no ser que la niña y la madre ya llevan 28 meses sin tener apenas comunicación por la orden de alejamiento que esta neurótica sociedad le había impuesto más otros 21 que conlleva la sentencia, resultando que madre e hija van a totalizar CUATRO años de separación por una agresión que si bien ninguno compartimos en su ejecución menos simpatía sufro al ver que la solución como ya vaticinábamos en este mismo blog (ver “La cachetada” el 6 de enero de este mismo año) es separar a progenitores e hijos por períodos tan prolongados en los que su relación se desestructure de una manera tan brutal. Nunca mejor dicho: “peor el remedio que la enfermedad”.
Obviamente, al igual que numerosas mujeres han instrumentalizado falsas denuncias de malos tratos o de abusos sexuales hacia sus hijos (recomendado como “vía rápida” por ciertos abogados sin escrúpulos para lograr casa e hijos más pensión de manera automática) en detrimento de las que verdaderamente los sufren colapsando los pasillos judiciales con sus libelos. Esta vez se ha “abierto el cielo” para los padres separados con objeto de recuperar la custodia filial y dejar de pasar
Cuatro años sin contacto con la madre o sin padre, igual de nocivo. Una eternidad a esas edades en que todo sucede tan rápido. Los vínculos se rompen con facilidad y tan solo queda el amargo regusto de la venganza en algún progenitor.