lunes, 10 de diciembre de 2007

UNA TRAGEDIA QUE PUDO SER

Algo insólito ha ocurrido en casa. Lo cierto es que se decidió casi en la clandestinidad: me he deshecho de la televisión principal. Se que debería haber mantenido este acontecimiento en cierto discreto secreto, más aún cuando el que escribe estas líneas participa con cierta asiduidad en las tertulias catódicas opinando sobre temas relacionados con la "psique" humana con mayor o menor fortuna. Un determinado día puse un anuncio en Ebay y siete días más tarde tres fornidos chicos bajaron los nueve pisos de casa con un tremendo aparato que rondaba los cien kilos. Imaginaba que la rebelión entre mis tres hijos iba a generar por lo menos, una protesta general y algún atentado contra mi seguridad. Sinceramente lo que más temía era "el día después". Sin embargo, el domingo amaneció como siempre excepto el cauteloso sonido del cierre de la puerta del salón que siempre me despertaba y que profetizaba una fuerte sesión de dibujos animados. En cambio, el más pequeño permaneció en su habitación jugando con sus coches y muñequitos y recreando su fantasías. No hubo protestas. A media mañana se levantó el mediano. Miedoso que víctima de algún extraño Síndrome de abstinencia electrónico le hubiese afectado alguna zona de la sustancia cerebral me acerqué a él con cierta cautela y, sin embargo, me dio un beso de buenos días. Para mi sorpresa, en vez de demandar el visionado de alguna trasnochada serie americana me miró fijamente a los ojos y me dijo: "Papá, ¿qué vamos a hacer hoy?. Esperamos a que la mayor se despertase para recabar su opinión. El caso es que nadie pareció echar de menos la "cosa" que había permanecido contra una pared del salón y de cuyo rodapié pendían todo tipo de cables y conexiones a otros aparatos auxiliares que a modo de cordón umbilical seccionado yacían sobre el "parquet". Silenciosamente, como cuando alguien de la familia ha fallecido y todos lo saben pero nadie quiere hablar de ello, propuse irnos al Rastro en esa aún bella mañana de domingo. Por fin logramos llegar antes del cierre de los puestos y pasar una mañana genial. Para los más escépticos y cobardes (como yo lo era hasta ese día) he de aclarar que una bella pantalla de plasma adorna una de las paredes del dormitorio principal. Nunca se sabe si algún miembro de la familia necesita con cierta urgencia algún capítulo de los Simpson. Sin embargo, hasta ahora, la pantalla se nutre de contenidos de un portátil cercano: algún capítulo de Pipi Langstrum que, aunque parezca mentira, hace las delicias del pequeño para desesperación de los psicópatas-creativos nipones. Pero, sobre todo se ha recuperado cierta capacidad de comunicación y los chicos ocupan su tiempo libre en otras cosas más productivas, especialmente el jugar (si, lo considero "productivo" sin lugar a dudas). increíble, si no lo veo no lo creo. ¿Se atreven ustedes?.

PD: como pronosticábamos hace pocas semanas ya nadie se acuerda de los niños del Chad. ¿Niños?, ¿Qué niños?.

lunes, 19 de noviembre de 2007

ESAS PEQUEÑAS LECCIONES

Son esas pequeñas cosas que, en ocasiones, en tan solo un momento constituyen grandes lecciones de la vida. Son instantes que permanecen en la retina. Pequeñas historias anónimas que, en ocasiones pasan desapercibidas para los viandantes. Incluso para aquellas personas que forman parte de la escena, del propio cuadro urbano.

Me encontraba realizando algo tan banal como acompañando a mi hijo pequeño mientras se cortaba el pelo. La peluquería se encuentra, aproximadamente, un metro por encima del nivel de la calle. Lógicamente el acceso se realiza a través de una pequeña rampa lateral que salva dicho desnivel. La zona frontal del establecimiento es completamente de cristal de modo que los viandantes pueden ver a los clientes siendo sometidos a la tijera del fígaro de turno. Como es lógico los que estábamos en su interior también podíamos ver a la gente que se para en el quiosco de prensa o a comentar, en corrillo, alguna noticia o, simplemente a saludarse.

Mientras me congratulaba de ver como la irregular melena del chico era transformada en un corte aseado. Todo ello después de semanas de perseguirle a todas horas e intentar buscar un hueco en que pudieran “pelarle”, sucedió la escena que motiva escribir estas líneas.

Una chica caminaba calle arriba apresuradamente forzando el paso. Quizás llegaba tarde a alguna cita o entrevista de trabajo. Mientras caminaba intentaba extraer o introducir algo de su monedero, posiblemente el metrobus. En ese instante, mientras mi atención se encontraba repartida entre la cabellera de mi hijo y la visión de la chica observé como una moneda se le caía del bolso, imagino que causando el lógico sonido metálico, cosa que desconozco ya que detrás de cristal todo transcurría en silencio. Ella se gira, en su prisa, intentando localizar dicha moneda. Sin embargo, desde mi posición, aprecio como la moneda rueda tan solo un par de metros hacia atrás y una niña de unos siete años se agacha y la recoge. En ese instante sucede todo a cámara lenta: la niña mira hacia la chica que, en su prisa, se aleja disgustada por haber perdido la moneda e impotente en pararse a buscarla. Tan solo dos o tres metros distancian a la niña de la chica. Yo, posicionado en un vértice de un triángulo imaginarioi también me encuentro a la misma distancia. Preveo que la niña que sabe perfectamente a quien pertenece la moneda va a pegar un salto y dársela con una sonrisa a la chica. Pero, en ese instante la madre le dice algo a la niña que a su vez mira a la madre. Vuelve la mirada hacia la chica que ya, definitivamente, se aleja frustrada por la pérdida y se guarda la moneda en el bolsillo. Nunca sabrémos que escuchó esa niña pero, seguramente, los pocos céntimos que usurpó probablemente le saldrán muy caros en su próxima lección vital. Una pena de oportunidad perdida. Una pequeña escena urbana. Una reflexión.

lunes, 5 de noviembre de 2007

LOS NIÑOS INVISIBLES

Imaginemos un mundo donde una ONG se dedica, supuestamente, a traficar con niños. Bueno, quiero decir que los lleva de un lado a otro y cobra una suma a los padres adoptivos que desconozco si compensa sus gastos internos. Al mismo tiempo, el país de donde salen dichos niños mantiene relaciones tortuosas con la nación que los acoge. En particular debido a que una compañía nacional que se dedica a la explotación petrolífera de la zona, que casualidad, de donde provienen dichos niños. Paradójicamente, la explotación de los hidrocarburos ha traído más miseria que riqueza a los habitantes de dicha región. ¿La causa? Inmigración descontrolada y guerra fronteriza por el tema del petróleo. Para rematar la situación las instalaciones de producción y transporte del petróleo han arrasado con una importante zona que otrora se dedicaba a exiguos cultivos que, por lo menos, alimentaban a las familias autóctonas.

Por si todo lo anterior no fuese suficiente para deprimirse ante un escenario tan gris la mayor parte de los ingresos por el petróleo se volatilizan antes de ser ingresados en las arcas del estado. Hasta el punto que el Banco Mundial ha intentado numerosas veces controlar la situación sin un ápice de éxito. Digamos que este país encabeza con la primera posición las listas de corrupción internacionales.

Más aún, es un país en el que muere por desnutrición y enfermedades un niño cada cinco minutos. Un país al que su corrupto gobierno no solo no le ha importado 103 niños sino tampoco muchos miles más. El otro país, el que le roba el petróleo e ingresa el miserable dinero en alguna remota cuenta tampoco ha movido un solo dedo para favorecer a esas miles de familias que prefieren enviar, regalar o vender a sus pequeños. A todo esto llega la ONG y se lleva para bien o para mal unos cuantos niños. En ese momento a todos les da un ataque de moralidad, entre ellos al comprador de petróleo que se pone sumamente nervioso al ver peligrar su oscuro y pegajoso negocio.

Enciendo el televisor y veo a un dictador africano que se dirige a un desgraciado piloto reprochándole su pertenencia a una banda de pederastas. El pobre hombre solo acierta a contestar: “no, yo soy español”. Me quedo perplejo ante tanta hipocresía y desinformación. Apago la tele y sueño con diversas soluciones. En todas ellas los niños son felices y sonríen con sus grandes dientes blancos. De hecho me dan ganas de fletar otro avión y llevarme a los niños mientras unos y otros intentan lavar su ya sucia imagen. Seguramente devolverán a los niños a su lugar de origen. Muchos morirán anónimamente y nunca nos enteraremos porque ya para entonces los niños no serán noticia. De hecho sucumbían desde hace muchas décadas y apenas sabíamos de su miserable existencia. Nada habrá cambiado.



Si te parece que he sido demasiado crítico o todo lo contrario, por favor deja tu opinión. Miles de personas la leerán y compartirán sus pareceres.

sábado, 13 de octubre de 2007

SOLO ANTE EL PELIGRO

Una serie de casualidades han facilitado que pueda escribir hoy este blog. La primera de ellas es que hace pocas semanas una conocida mía me propuso que la ayudase en cierto menester rayano en lo médico y lo legal. Me explico: esta persona se encuentra muy dolida debido a que el padre de su hijo la abandonó hace unos meses y en la actualidad tiene nueva pareja. Resulta que no está de acuerdo en que el padre e hijo se encuentren, además de fines de semana alternos, martes y jueves. Le pregunté cuales eran los motivos para desear ese distanciamiento, en principio nada deseable entre progenitor y vástago. Las respuestas eran vagas y confusas y ocultaban un comprensivo dolor emocional por la ruptura de pareja y un pernicioso afán de venganza en la que el hijo era el arma ejecutoria. Una situación evidentemente triste para todos pero, especialmente nociva para el hijo en cuestión.

Una vez explicada la situación le pregunté acerca de mi papel en este caso: ¿mediador entre los dos para llegar a un acuerdo? ¡No!, tendría que certificar que ella estaba siendo sometida a “malos tratos” para obtener de esta manera una intervención judicial fulminante que evitase las visitas por parte del padre a su hijo. Obviamente me negué a extender dicho favor principalmente para no ser cómplice de tal desaguisado y, además, condenar a un niño inocente de muy pocos años a crecer sin padre y, encima, pensado que era un delincuente. Esta persona se enfadó bastante por no desear participar en algo que consistía en extender “solo” era un certificado médico y no he vuelto a saber más de ella.

La cosa hubiese acabado ahí pero hace pocos días, durante una reunión informal con varias cabezas “pensantes” de este país comenté en voz alta este caso sin, obviamente, mencionar ningún dato que ayudara a descifrar quien era esta madre. Dos abogadas muy relevantes se rieron y exclamaron en voz alta para que todos pudieran oírles: “¡Claro que sí, ella hace muy bien!”. Ante mi sorpresa supuse que no habían entendido que la propia madre había entrado en detalles y aclarado que no había existido el más mínimo maltrato y que había reconocido abiertamente que era un simple ardid legal. “No importa, algo habrá hecho él”, respondieron las dos como si de una logia secreta se tratase.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero al pensar lo que estaba presenciando. Casi visualizaba al pobre desgraciado con los grilletes puestos intentando defenderse de la vileza de estas acusaciones…como si la cosa estuviese para bromas.

Algunos varones que presenciaron la conversación guardaron silencio como si fuesen cómplices de la situación.

Tiempos difíciles pensé. Pobre niño, solo ante el peligro.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

¿PAN O SALMON?

No he podido resistirme a publicar este texto que escribí hace pocas semanas mientras todavía me encontraba de vacaciones. Es intemporal y puede hacernos reflexionar:

"Desde hace días notaba algo extraño en estos países por los que estoy viajando. No, no era el clima ni lógicamente la arquitectura u otras particularidades obvias. Tuve una sensación parecida en Dinamarca, se me acentuó en Suecia y finalmente en Noruega he confirmado lo que parecía tan solo una sombra de mis percepciones: ¡ hay niños por todos sitios ¡. Las calles están repletas de parejas jóvenes que tienen uno, dos y, muy frecuentemente, tres niños. Es muy frecuente ver una pareja en bicicleta con un niño pequeño sentado en un sillín auxiliar seguidos, a su vez, de otras dos pequeñas bicicletas con retoños de apenas un año de diferencia entre ellos.

Camino por Estocolmo y hay parques infantiles por doquier. Pero, ¿no éramos los latinos al igual que los italianos los que habíamos creado la “gran familia”?. Esa familia latina de muchos hijos con abuelos y tíos que compartían la mesa? Pues ahora parece que no es así. Hace pocas noches mientras deambulaba un tanto hambriento por un pequeño pueblo costero noruego comencé a hablar de este tema con una camarera que parecía tener ganas de cierta cháchara. La chica frisaba los veintipocos años y, al parecer, complementaba sus estudios con dicho trabajo extra. Me comentaba, ciertamente divertida por mi asombro ante tanta efervescencia de natalidad, que más de la mitad de sus compañeras de clase ya tenían uno o más hijos.

Resultaba lógico pensar que en unos países que se encuentran entre los más caros del mundo no sería fácil mantener a una familia por lo que otra explicación debería ser más plausible. Comencé a comentar las ayudas que tenemos en nuestro país y que acaban de ser instauradas por el gobierno. Ella me escuchó no sin poca curiosidad y comenzó a explicarme las ayudas del gobierno, en este caso noruego, a las parejas jóvenes: préstamos a bajo interés por parte de las instituciones (no de los bancos) para comprar una casa o, en su defecto, mantener un alquiler. En segundo lugar: un buen pellizco de coronas noruegas, al nacimiento de cada hijo pero luego una cantidad fija por cada hijo al mes (si, al mes!) hasta los tres años de edad. Pero la cosa no acaba ahí, luego otra ayuda tan solo algo inferior hasta los dieciocho años de edad. Si agregamos a estos ingredientes educación gratuita de buena calidad y soporte social, tan solo faltan unas pocas ganas de tener descendencia y ya está!

Salgo del restaurante un poco aturdido por tanta información y vuelvo a ver este reguero de niños de todas las edades que abarrotan las calles. Esta claro que el dinero no soluciona todos los problemas pero no es menos cierto que facilita unas cuantas cosas en el desarrollo de una familia.

Los niños españoles vienen con un pan debajo del brazo pero a los escandinavos les acompaña un buen salmón"


Oslo, finales de Agosto 2007

martes, 21 de agosto de 2007

UNA VUELTA POR CRISTIANA

Acabo de visitar Cristiana en Dinamarca. Formalmente son unos terrenos ocupados al ejército hace ya unas décadas. Para sus habitantes un feudo independiente del estado danés que les acoge en uno de sus barrios.
Tras hacerme algún lío que otro con el mapa logro encontrar los terrenos en el lado opuesto del puerto donde se encuentra la famosa sirenita de Copenhague. Un gran mural de colores muy vivos hace de antesala a su entrada principal. Para los que no hemos estado nunca en esta comuna nos asalta todo tipo de ideas que seguramente no tendrán correspondencia alguna con la realidad: no sabría como definirlas con exactitud pero, seguramente, una mezcla de actividades culturales con cierto regustillo anarquista.

Una vez que traspaso un amplio arco de oscuro ladrillo observo una multitud de jóvenes que se agrupan en corrillos y que deambulan de un sitio para otro. Por su actitud un tanto despistada deduzco que son turistas como yo. Me voy adentrando en sus estrechas calles rodeado de pequeños puestecillos destinados a tomar alguna bebida o refrigerio: aquí un restaurante vegetariano, allí una hamburguesería. Todo aparece sucio y descuidado y la verdad es que este factor no ayuda a que se abra el apetito: restos de comida, pequeños envases plásticos y papeles salpican el suelo por doquier a diferencia de la pulcra ciudad de Copenhague.

En uno de los portales un grupo de tibetanos recauda dinero para su justa causa en contra de la invasión china. En otro, un artesano corta con una sierra manual y un esfuerzo sobrehumano una cubierta de automóvil para construir un juguete. Me acuerdo de mi sierra eléctrica con cierta sana nostalgia.

Llego a un pequeño parque infantil donde los niños se tiran por un desvencijado tobogán metálico que augura una futura desgracia que, sin embargo, seguramente avezados médicos del exterior de Cristiana sabrán curar en una limpia sala de hospital.

Sigo adentrándome entre pasadizos flanqueados por unos cuantos tipos cuyo enrojecimiento ocular es directamente proporcional a las botellas de cerveza que yacen a sus pies y, la verdad, me entristece que muchas personas desfavorecidas por la vida hayan encontrado refugio en estos metros en vez de integrados en el exterior.

En una de las paredes se advierte que está prohibido tomar fotografías. Otro cartel recuerda que está prohibido robar (¿?) enzarzarse en peleas o las drogas “duras”. La permisividad con las mal llamadas “blandas” es evidente ya que advierto algunas plantas de marihuana que crecen felizmente bajo el débil sol danés y por supuesto fuerte olor a porros por doquier pero, para hacer honor a la verdad, son más bien los visitantes que aprovechan este remanente de ausencia de autoridad legal para encender los cigarrillos de cánnabis que sospecho han introducido desde sus respectivos países o desde la cercana Holanda. Digo yo que para los entendidos no hay nada mejor que un buen porro en una isla de anarquía. Una manera un tanto superficial de mimetizarse con esta raza de seres aparentemente libres.

Buscando las viviendas de esos niños que había visto hacía pocos momentos jugando en el parque observo una edificación de no más de tres plantas a mi derecha. Algunos cristales están rotos y la fachada desconchada. Desde una de las ventanas me saluda un niño de unos tres años en brazos de su madre. Parece feliz, le devuelvo el saludo y me premia con una sonrisa. Pocos metros más adelante se encuentra la desvencijada puerta de acceso a las viviendas. A pesar de la obvia advertencia de “prohibido robar” luce una cerradura. Irónicamente pienso si su función será evitar los robos por parte de los turistas.

Casi al salir un grupo de personas descarga alimentos del maletero de un coche para aprovisionar a un restaurante. Pero, ¿no estaba prohibida la utilización de vehículos a motor? Un momento más tarde veo que en dicha cantina se aceptan las tarjetas de crédito. Sigo sin apetito.

Al salir, otro arco que me había pasado desapercibido reza: “está usted entrando en la Unión Europea”. Me acuerdo del niño. Le doy vueltas en mi cabeza acerca de su tipo y calidad de vida, exento seguramente de tantos beneficios que, paradójicamente, tiene Dinamarca para sus habitantes. Me consuelo pensando que a ambos lados de esta imaginaria barrera se encontrará bien si es querido por sus padres.

Cruzo el arco y noto cierto gorgojeo en el estómago. Me vuelve el apetito, debe ser de tanto caminar.

lunes, 9 de julio de 2007

SINDROME DE ALIENACION PARENTAL (SAP)

Son muchos los programas que han dedicado muchos minutos al llamado Síndrome de Alienación Parental (SAP). En muchos casos los expertos han explicado las diversas artimañas con las que algunos padres degradan, literalmente, la imagen del otro conyuge y actual padre del niño o niña.



Uno de los mayores expertos en nuestro país es José Manuel Aguilar Cuenca, colaborador de nuestra publicación y cuyo peritaje sirvió, entre otros motivos, a que el juez fallase a favor de una niña de ocho años en la ciudad de Manresa. Nótese que he dicho “a favor de la niña” y no “a favor del padre” ya que, indudablemente es ella la más beneficiada de tener padre y madre a la vez. No podemos entrar en más detalles, por puro desconocimiento, de este caso en particular pero somos muchos los profesionales que hemos visto construir verdaderas paredes en torno a alguno de los progenitores. Desde la sutileza diaria: “¡Vaya, tu padre, como siempre llega tarde otra vez!” o bien: “¡ya sabes como es tu madre!”. Frases que fuera de contexto no poseen apenas significado alguno pero que repetidas, a modo de mantra, perfilan, año tras año, una opinión del otro padre/madre que ausente es incapaz de equilibrar los afectos.

Seamos positivos, enumeremos algunas normas para saber que hacer cuando retomamos una nueva relación y favorecer que nuestro hijo se integre en la nueva situación:

* Cuando anunciéis a los niños que habéis encontrado a alguien que compartirá vuestra vida, explicadles que ellos no perderán nada de vuestro amor y que la nueva situación no os impedirá ocuparos de ellos.
* Dejad bien claro que su papá / mamá será siempre su papá / mamá y que nadie lo reemplazará.
* No los presionéis para que admitan de buen grado a vuestro nuevo/a compañero/a y permitidles el derecho a demostrar su enemistad.
* Es inútil querer forzar el cambio de situación probando a “comprarles” con regalos, es más práctico demostrar interés por ellos y por sus actividades.
* Permitid que vuestro compañero/a ejerza una actividad educativa en la vida cotidiana... pero las decisiones importantes serán tomadas por el padre o por la madre.
* No preguntéis a vuestros hijos sobre la vida íntima de vuestro /a “ex” y, por su puesto, no lo desvaloricéis a sus ojos.
* Si el hijo de vuestro/a compañero/a pasa el fin de semana con vosotros, procurad que tenga una habitación propia, y si esto no es posible, un rincón que le pertenezca.

lunes, 4 de junio de 2007

SOS: "ESTAMOS SIN COBERTURA"

Lo que voy a relatar ocurrió hace unas pocas semanas durante uno de esos puentes que, no se si afortunadamente, ocupan gran parte de nuestro calendario hispano. Coincidí, durante un viaje a Marruecos con otra familia entre cuyos componentes se encontraba una adolescente de unos 17 años de edad. Familia inquieta y con ganas de descubrir cosas. Sin embargo, ya desde un inicio observé cierto magnetismo entre el móvil de la chica y su mano: ambas parecía sufrir de algún mecanismo biónico que hubiesen provocado una fundición de tejido humano y metal. Ya fuese en el barco como en los distintos medios de transporte: coche, bus o simplemente caminando por la medina de Asilah los comentarios inundaban el ambiente: “Ah!, ya vuelvo a tener cobertura”, o bien en los redaños de Tánger: “La acabo de perder”. Expresión que podría haber significado, antiguamente, desde la pérdida de la honra hasta un simple y banal descuido.

Bajo preciosas cascadas de agua, su padre la indicaba continuamente: “Venga, fulanita, suelta el móvil que te voy a sacar una foto”. En otros momentos mendigaba el móvil de su padre, una vez acabado su propio saldo, para mandar un mensaje “importantísimo”. Los campos estaban florecidos en esa bella primavera que comparten Andalucía y el país vecino pero en la ventanilla se recortaba el paisaje y una silueta que ostentaba algo parecido a un móvil.

Lo que en principio me despertó cierta simpatía y sorpresa he de reconocer que pasó a la preocupación: el etéreo vínculo entre ella y el “más allá” no parecía diluirse bajo ninguna circunstancia. La chica era incapaz de desconectar, de disfrutar de su entorno y sentirse sola e independiente. A su favor imagino que podríamos decir que es una edad muy proclive a una íntima y desatada sensación de enamoramiento en el que la pasión se filtra dentro de nosotros mismos como arena entre los dedos.

A la vuelta, en medio del estrecho, mientras hacíamos de aprendices de vigías e intentábamos vislumbrar grupos de delfines o malogradas ballenas, llegamos a escuchar en tono muy alegre: “¡Por fin!”. Inmediatamente todos nos giramos para intentar disfrutar de los acerados lomos de los pequeños cetáceos y de sus curiosas miradas pero, allí estaba ella con el móvil en la mano: Movistar había recuperado a una de sus incondicionales feligresas.

jueves, 17 de mayo de 2007

UN VASITO DE AGUA

Imagino que no soy el único padre a quien su hijo le pide un vaso de agua antes de dormir. Lo curioso es que esto sucede momentos después de lavarse los dientes. Es decir, de tener la oportunidad de beber voluntariamente lo que el desease. Sin embargo no hay noche en que no se repita la misma cantinela: "papa, el agua". ¿Que sucede entonces? ¿Alguna súbita deshidratación nocturna relacionada con algún intrincado mecanismo fisiológico? Si esto fuese cierto, ¿porque no bebe tan solo un minuto antes en el lavabo, incluso cuando le hago tal sugerencia? Parece evidente que el vaso contiene algo más que agua: quizás una necesidad del niño para sentirse querido o, al menos, el centro de atención hasta en los últimos momentos de su quehacer diario.


En las pocas ocasiones en que se me olvida o en otras, he de reconocerlo, que me largo de la habitación y pongo a prueba su tenacidad pensando: “¿Se le habrá olvidado?”. No me he apartado un par de metros cuando el usual requerimiento atrona el pasillo. Sonrío, voy a la cocina, tomo un vaso y vierto agua en él. El niño, sonríe ya cayéndose de sueño y seguramente pensará: “me quiere y me sigue cuidando, ha pasado la prueba” o, en el peor de los casos pensará que me está amaestrando cual mamífero en pos de su recompensa. Prefiero pensar en la primera opción. ¿Qué piensan ustedes?



José Miguel Gaona


Director “Educar Bien”


lunes, 7 de mayo de 2007

PADRES, CUSTODIAS COMPARTIDAS Y NIÑOS. MEJOR DICHO: NIÑOS, PADRES Y CUSTODIAS COMPARTIDAS.

Ayer por la noche en el programa de la segunda cadena denominado “Enfoque” se abordó el tema de la custodia compartida. Las opiniones, obviamente, era reñidas entre los distintos invitados: un juez de un juzgado de familia de Sevilla, representantes de distintas asociaciones a favor y en contra de dicha medida y la participación de uno de nuestros brillantes colaboradores: Julio Bronchal.

Resultaba difícil sustraerse a la lógica de este último. Podría decirse que por afinidad ideológica o simple cercanía profesional debería simpatizar con él. Sin embargo, creo que no eran estas las razones. Definió con claridad lo que suponía ser progenitor de “primera clase” y de “segunda”. Asimismo hizo otras observaciones en la misma línea que defendemos en esta revista en contra de la “alineación parental”. Ese estado de “lavado de cerebro” que uno de los progenitores ejecuta sobre sus hijos para enfrentarlo al otro progenitor y, de paso, atraerle hacia sí.

Entre otras muchas inteligentes apreciaciones, Julio Bronchal afirmó que uno de los primeros avances en la legislación fue la de reconocer que el cuerpo y la vida de los hijos no pertenecían a sus padres. El segundo progreso fue darse cuenta que la “psique” de nuestros hijos tampoco es de nuestra propiedad como para manipularla en el sentido de la “alineación parental”.

Así es: los hijos son un tesoro y nosotros tan solo sus custodios. Y si es así, ¿por qué algunos progenitores se atreven a hablar en primera persona defendiendo más bien derechos propios que el bien del niño?, ¿puede ser que el “pack” del niño se añadan otras ventajas cuyos beneficios exceden el comentarlas en estas líneas?. Las épocas en que ciertos grupos sociales daban por sentado que por pertenecer a una raza, sexo u otra particularidad personal conllevaba un privilegio social han quedado atrás. Pero, parece, que algunos no acaban de enterarse.

Creo que ayer avanzamos otro poquito a favor de nuestros hijos para que estos disfruten de madre y padre de la manera más equalitaria posible.

José Miguel Gaona

Director “Educar Bien”

viernes, 27 de abril de 2007

EL PENSAMIENTO CRITICO

En ocasiones me siento abrumado por la avalancha de información que recibimos a diario. Tenemos páginas webs que nos informan de las noticias minuto a minuto. Radios hora a hora. Canales de televisión que emiten las 24 horas del día y periódicos que compiten entre sí con sus contenidos informativos.

Casi todos reflejan lo que sucede en nuestro derredor y como tremendos amplificadores mediáticos repiten una y otra vez las mismas noticias. En gran parte de las ocasiones, dichas nuevas se acompañan de imágenes lo que les otorga, al parecer, una mayor veracidad: “si lo he visto debe ser verdad". Paradójicamente, la visión es el órgano que menos crítica recibe por parte de nuestro intelecto, mientras que, por ejemplo, la audición es escrutada con mayor celo y rumiada hasta deshilachar lo que consideramos “veracidad”. Es decir, curiosamente, es mucho más fácil engañarnos con lo que vemos que con lo que escuchamos. Los magos saben mucho de este arte de la ilusión.


Hoy en día cuando dos personas se cruzan en la calle o coinciden en un lugar determinado “comentan” las noticias del día. Si bien lo que hacen, en realidad, es repetir lo que han escuchado. El conocido escritor George Orwell decía “atibórrales de información y creerán que están pensando”. ¿Cuántos padres enseñan a pensar críticamente a sus hijos?, ¿a poner en duda lo que ven o aprenden?, ¿a jugar con las ideas?, ¿quizás lo que es considerado “normal” sea patético y enfermizo en muchas ocasiones?


Por poner un ejemplo, “normal” es tener caries y “anormal” ser inteligente y no por esto, lo último deja de ser deseable. En los tiempos que corren de un supuesto “pensamiento único” es nuestra labor abonar el “pensamiento crítico” de nuestros hijos, rico de individualidad, para que como semillas siembren de escepticismo a la siguiente generación. Dudemos y enseñémosles a pensar.


¿Qué os parece?, podéis dejar vuestro comentarios.


José Miguel Gaona.


Director de "Educar Bien"

lunes, 16 de abril de 2007

NIÑOS, EDUCACIÓN Y OTRAS COSAS...

Este pasado sábado participé en las “III Jornada Regional Familia y Escuela "Retos y Oportunidades" del Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid” con una conferencia cuyo tema era: “Formación para padres y madres: por qué, qué y cómo”. Todo ello se celebraba en el Parque WARNER de Madrid.

La conferencia marco titulada: “Retos y oportunidades para la educación del siglo XX” cuyo ponente era el renombrado escritor D. Juan Manuel de Prada dio comienzo y al desgranarla comenzaron algunos asistentes a removerse incómodos en sus sillas. El novelista apuntaba la necesidad de volver a recuperar ciertas tradiciones ya perdidas en los últimos años y cierta añoranza a valores que actualmente parecen desfasados. Todo parecía haber ido bien hasta el momento final en que algunos de los presentes tomaron el micrófono. Expresaron su disgusto por ciertas ideas que, según ellos, nos hacían retroceder en el tiempo a épocas ya olvidadas. Yo me revolvía en mi silla de ponente con cierta tensión (yo era el siguiente en la exposición). “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar….”. De Prada, con cierta dosis de provocación contestó holgadamente a cada uno de los asistentes mientras, paulatinamente, subía la temperatura del auditorio.

Pocos minutos más tarde comenzó mi exposición con cierto resquemor, después de lo visto, hacia la percepción de algunos de los asistentes: origen de nuestra publicación, relatar la manera en que escogemos los temas, línea editorial, etc. He de reconocer que, esporádicamente, alzaba la vista para escrutar las expresiones de los más de 450 invitados. Todo iba bien y así se mantuvo hasta el final. Respiré aliviado y tomó el turno D. Guillermo Cánovas de la asociación “Protégeles” quien hizo una brillante exposición acerca de cómo proteger a nuestros hijos de los peligros de Internet.

Para finalizar, intervino D. Agustín García Matilla (Director de Comunicación de la Universidad Carlos III de Madrid) con su ponencia” Educar para la comunicación y el pensamiento crítico: Niños y jóvenes frente a las pantallas” quien fiel al concepto del “pensamiento crítico” hizo numerosas referencias a Juan Manuel de Prada y no, precisamente, de sintonía ideológica. Otra vez la tormenta: los que antes aplaudían ahora movían la cabeza con desagrado y viceversa.

Incomprensiblemente, el debate sobre la educación parecía olvidar a los niños y se centraba, fundamentalmente, en cuestiones políticas que, seguramente, les afectarán de una u otra manera a través de las decisiones que se tomen “más arriba” pero, quizás fue una percepción personal, los niños pasaban a un segundo plano.

En un momento determinado una de las asistentes tomó uno de los micrófonos inalámbricos (eran ya casi las 3 de la tarde) y como un ángel reconciliador comenzó a enumerar varios paralelismos ideológicos entre el primer y último conferenciante. En definitiva, según ella, las posiciones no eran tan distintas. Lo cierto es que no se encontraba muy alejada de la verdad. Todo era cuestión de interpretaciones. La dulzura con la que rebajó la tensión ambiental e, inteligentemente, acercó posiciones como excelente mediadora me pareció, aunque fugaz, como una de las mejores intervenciones de esa sesión: renunció a sus posiciones personales en pos de tomar lo mejor de cada uno de los expositores: un excelente ejercicio de inteligencia emocional. Seguramente habrían más presentes que pensasen como ella pero que, al menos, uno diese la cara y se desmarcase de las “corrientes” y “tendencias” me hizo recuperar la fe que, por momentos, iba perdiendo en el futuro de nuestros hijos. Afortunados los alumnos que la tengan como maestra.

José Miguel Gaona

PD: al ir a colgar estas líneas he observado como uno de los autores hace referencia a dichas jornadas en un periódico nacional:

http://www.abc.es/20070416/opinion-firmas/fusilen_200704160255.html

Al otro no le he podido encontrar...todavía.

miércoles, 4 de abril de 2007

FALTA DE CUIDADO (PARECE)

Acabo de leer que en Holanda se ha inaugurado la primera clínica para niños alcohólicos. Esta noticia podría sorprender a muchos pero, en el fondo no hace otra cosa que poner el dedo en la llaga: los niños (ni hablemos de los adolescentes) tienen problemas con la bebida.

La clínica trata la propia adicción al alcohol así como las intoxicaciones agudas. La mitad de sus ingresos los constituyen pacientes de sexo femenino cosa que al periodista, curiosamente, parece sorprenderle.

Para generar un cuadro aún más sombrío los niños holandeses (tomemos nota de ello aquí en España) no se contentan con bebidas tradicionalmente consideradas como "suaves", es decir, la cerveza. Incluso el 90 % de los niños holandeses admite haber bebido, para más remate, "alcohol del duro".

Mientras se lee, un tanto aturdido esta noticia, pasa casi desapercibido uno de los casos que ilustran este artículo: un niño llamado Nik de 12 añitos (a esa edad, todavía se tienen "añitos"). Explica el chaval: "...ellos (los padres) me dejaban en la habitación del hotel jugando con mi consola de videojuegos y allí había un minibar...lo primero que cogí fue la botella... ni se dieron cuenta".

Puede ser, hasta cierto punto, producto de una negligencia dejar al niño solo en una habitación de hotel. Pero, ¿Cuántas veces ha de haber estado abandonado o descuidado como para desarrollar un problema de alcoholismo?, ¿Cuál es el problema real?: ¿El alcohol o la falta de supervisión y cuidados? El responsable de la nueva clínica termina diciendo a este respecto: “es porque algo va mal en casa, que es donde se aprenden los valores y los referentes en la vida”. Da que pensar…¿no?

jueves, 22 de marzo de 2007

"PAPI", ¡PASAME EL PORRO!

Parece increíble la frecuencia con la que podría actualizar este blog si dispusiese no sólo del tiempo necesario para escribirlo sino también de los minutos que conllevan reflexión y que son la puerta para sincerarme y escribir algo que resulte medianamente inteligente y de interés para el lector.

Casi a diario nos ocurren cosas que, desde el punto de vista profesional o personal (¿se acuerdan del blog del “Monopoly”?) nos llaman la atención e inspiran para escribir unas líneas. Luego el tiempo nos come el resto del día y muchas, desgraciadamente, se pierden casi para siempre.

Sin embargo, hace dos días recibí en la clínica a un padre lógicamente preocupado ya que su hijo de 20 años no hace otra cosa que estar en casa frente al ordenador y fumar porros. Este último asunto, binomio ordenador y porros merece otro artículo algún día de estos pero ahora me voy a centrar en otro aspecto: ¿Cómo había llegado a producirse dicha situación? Seguramente no se puede achacar a tan solo una circunstancia determinada sino a muchas o, al menos a varios factores.

A lo largo de más de una hora de conversación pude advertir cierta actitud de “colegueo” en la descripción que el padre me hacía de la relación con su hijo. En un momento determinado, tampoco hacía falta ser un avezado psiquiatra, le pregunté si él también consumía hachís. Miró hacia el suelo, presto a admitir algún desliz, y admitió su consumo. Lo peor es que, un instante después, comentó que hasta hacía poco ambos compartían los porros a diario.

Un buen profesional no entra (o no debe) juzgar cuestiones de índole moral o puramente social sino eminentemente prácticas.

Me planteo: ¿Era previsible el resultado ante tal actitud?, ¿Qué puede hacer, ahora, el padre?, ¿Romper la relación asimétrica (ser un “colega” en vez de padre) padres-hijos es bueno?, ¿Conocéis casos similares?, ¿Qué haríais vosotros?

Lo que yo hice y lo que sucedió en la próxima cita lo relataré en mi próximo artículo. ;-)

viernes, 9 de marzo de 2007

PADRES SEPARADOS Y RESPONSABLES

Durante una conversación realizada ayer con unos de los más eminentes abogados matrimonialistas de este país, me expresaba no sin cierta sorpresa, que en el último año más de un 80 % de los padres (varones) que se encontraban envueltos en un proceso de separación solicitaban la custodia compartida de sus hijos. La noticia, aún inmersa en un triste conflicto de pareja, no dejó de provocarme cierta satisfacción. Los padres, al contrario de lo que ciertas tendencias habían sostenido durante más de dos décadas parece que no son lo que se había querido hacer creer: unos irresponsables que, en el mejor de los casos, “sólo” servían para realizar una aportación económica y, puntualmente, ver a sus hijos cada 15 días.

Aportar cariño y seguridad por parte de ambos progenitores es una necesidad vital en el desarrollo de cualquier niño en la que no me voy a extender más. ¿Sabían ustedes que el no tener padre, en estudios americanos, es el principal “predictor” de delincuencia juvenil entre los varones y de embarazos entre las mujeres adolescentes?

Una sociedad equilibrada con hijos sanos seguramente reducirá múltiples tensiones que, por ahora nadie sabe explicar, pero que muchos intuimos su origen.

José Miguel Gaona
Director "Educar Bien"

miércoles, 28 de febrero de 2007

"NEED FOR SPEED" CONTRA EL MONOPOLY

Resulta interesante observar como muchos niños “pierden” literalmente la cabeza con muchos juegos de consolas o aplicados al ordenador. Sin embargo, estas Navidades pasadas, ya lejanas, ocurrió algo que, de alguna manera, me ha sorprendido en cuanto a sus resultados.

Mi madre, abuela evidentemente de mis tres hijos, regaló al más pequeño un juego de sobremesa, concretamente el “Monopoly”. Juego que a muchos de ustedes les traerá gratos recuerdos de momentos en los que comprábamos y vendíamos calles enteras sin pensar en las nefastas consecuencias de nuestras acciones en relación a la Hacienda pública.

En un primer momento, imaginé que el pequeño de ocho años de edad, iba a fruncir el gesto un tanto decepcionado por no recibir la última versión de “Need for speed” que tanto anhelaba, especialmente después de verlo publicitado casi en cada parada de autobús.

Los primeros momentos fueron un tanto de curiosidad. La caja, lo recordarán ustedes, se encuentra repleta de atractivos billetes de colores y fichas que representan a cada jugador. Nos reunimos, sus hermanos y el que escribe, en torno al juego y comenzamos una primera partida de cortesía. Cuál no sería mi sorpresa cuando fui testigo de como los silencios llenos de sonidos electrónicos propios de las consolas estaban siendo reemplazados por risas y gritos cuando alguien expoliaba una propiedad a uno de sus hermanos. Más aún, el juego de consola, descansaba encima de un sillón con sus “bytes” prestos a llenar la memoria de procesador, pero nada: el cubilete con los dados se agitaba sin cesar.

La primera idea que se me vino a la cabeza fue: “¡qué éxito de juego!”. Pero, la verdad es que lo estábamos pasando bien gracias a que jugábamos juntos. El juego era tan sólo el vehículo para pasar un buen rato en compañía de los demás. No sólo eso, sino que tenía que disponer de bastante tiempo para compartir una partida completa renunciando al trabajo, llamadas telefónicas, escribir correos, etc.

¿Cuántas veces nos quejamos de que hacer con nuestros hijos cuando, realmente, tenemos muchas opciones delante de nuestras propias narices? ¿Tenemos el valor de abandonar nuestra “importante” reunión (y lo de “importante” lo digo en serio) para ir a jugar una partida con nuestro hijo?. Podría ser llamativo para muchos, pero el chico dejó de lado la “Play”, el ordenador y la TV por jugar una partida. ¿No era eso lo que queríamos? Y cuando lo logramos, ¿somos capaces de mantenerlo? Ah!, el "Need for Speed" solo lo utilizaron un día.

lunes, 12 de febrero de 2007

¿EXISTE EL FRACASO?

Dependiendo de cómo nos conocemos a nosotros mismos reaccionaremos al entorno que tenemos en derredor.

Dependiendo de esta percepción vamos a embarcarnos en distintas tareas que pondrán a prueba lo que creíamos que somos en relación a lo que verdaderamente podemos rendir. Si una persona posee una pobre idea de sí misma resultará que no podrá acometer empresas para las que, paradójicamente, si podría estar capacitada. Es decir, su propia imagen llega a ser su peor enemigo. Por el contrario, tener una idea magnificada de sí mismo es probable que le lleve a padecer innecesarios fracasos a lo largo de su vida.

¿Pero que es el fracaso? En primer lugar, es experiencia vital que nos debe servir para mejorarnos y aprender a no cometer el mismo error. ¡Sí!, todos conocemos ese dicho tan español que “el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra”. Pero, incluso en esta situación puede que se desprenda otro aprendizaje, paralelo a la piedra en cuestión. Quizás en relación a uno mismo: “no debo de tener relaciones con cierto tipo de personas” o, por ejemplo, realizar, tal negocio.

Aquellos que se hunden con los problemas son personas con falta de conocimiento propio, irreflexión, victimismo y cierta dosis de rebeldía inútil. Por el contrario los que maduran no solo lo hacen cumpliendo edad sino utilizando los reveses para aprender. En definitiva: se “autoeducando”.

De todo ello podemos extraer una buena experiencia útil para nuestros hijos:
· En aquellas situaciones que no obtenemos el resultado esperado debe de constituirse como un problema a resolver y no en un “fracaso”. Debemos concentrar la atención en como superar dicha dificultad analizando los fallos cometidos y, esta vez, ayudándole a conseguir sus logros.
· No hacerle sentir inferior a los demás cuando se obtienen óptimos resultados. Ni por contraste hacerle sentir superior por haber conseguido el éxito.

Entonces, ¿existe el fracaso o tan solo estamos aprendiendo? ;-)
Ahí queda el debate abierto.


José Miguel Gaona
Director, “Educar Bien”

lunes, 5 de febrero de 2007

EL VALOR DEL ESFUERZO

Resulta obvio que para llevar a cabo esfuerzos debemos estar motivados. Estas rutinas comienzan en la infancia. ¿Sabía Usted que, por ejemplo, los atletas olímpicos chinos comienzan sus entrenamientos hacia los 4 años de edad? Y los violinistas hacia los 5 años y los mejores maestros de ajedrez hacia los 7 años de edad.

Pero, ¿Cuál es la utilidad del esfuerzo? Algo tan sencillo y útil como adquirir logros. “El que no trabaja no come”. Una idea repetida desde los tiempos de San Agustín hasta los de Lenin.

El esfuerzo y la motivación se construyen mediante la capacidad de soñar y ésta, a su vez, mediante la confianza y esperanza en el futuro de la que son enemigos el materialismo y la mediocridad cultural.

No basta con que llenemos de contenidos los cursos escolares a la vez que los vaciamos de motivaciones. Sin esfuerzo no hay aprendizaje, pero el esfuerzo no es gratuito y para realizarlo hay que responder positivamente a preguntas del tipo: ¿vale la pena?

A grandes rasgos podríamos recomendar para estimular el valor del esfuerzo:

- No dar lo que se necesita de una manera directa para no adormecer lo que se desea evitando el esfuerzo. (“Enséñale a pescar en vez de darle el pescado”)
- Valorar el esfuerzo diario.
- No dejarlo todo para el final. Repartir el esfuerzo de manera inteligente.
- Concretar contenidos y planificar. Así sabemos hacia donde dirigir nuestros esfuerzos.
- Adaptar nuestro trabajo (estudio) a lo que somos y no al contrario. Lo rentabilizaremos considerablemente más.

Todo ello nos llevará ser dueños de nosotros mismos. Se aceptan ideas…

miércoles, 24 de enero de 2007

CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE TDA y TRASTORNOS DE LA CONDUCTA

Este próximo viernes comienza en el Salón de actos del Hospital "Ramón y Cajal" de Madrid el segundo CONGRESO INTERNACIONAL MULTIDISCIPLINAR SOBRE TDA y TRASTORNOS DE LA CONDUCTA. Podéis ver toda la información en:
http://www.tdah-confias.com/

Me toca el honor de participar en la conferencia de apertura junto al Dr. Javier San Sebastián, presidente de CONFIAS, Dr. Jesús de la Gándara (Jefe del Servicio de Psiquiatría, Complejo Asistencial de Burgos), "Medios de comunicación y Menores" D. Enrique Beotas Periodista y Publicista."Televisión y Menores" D.ª Isabel San SebastiánPeriodista y Escritora."Navegación segura en Internet" D. Guillermo Cánovas Presidente de la Asociación Protégeles."Síndrome de la puerta cerrada"Dr. José Miguel Gaona Psiquiatra, Escritor y Director de la revista "Educar bien".

El acto comienza a las 15:00 horas y es abierto para todo tipo de público incluyendo, como es lógico, a los no profesionales. Es una buena oportunidad para conocer más sobre este tipo de patología y acercarse cara a cara a multitud de profesionales que son expertos en la materia.

Espero veros a muchos de vosotros ese día.

Saludos,

José Miguel Gaona

miércoles, 17 de enero de 2007

SER UN "SIMPLE" PADRE

Ser simplemente "padre" parece ser algo que no está especialmente de moda en los últimos años. Las razones son múltiples y entre ellas podríamos destacar la intensa presión de algunos sectores de la sociedad para minusvalorar la imagen del varón. El perfil del antiguamente denominado "sexo fuerte" se ha asociado a todo tipo de conductas negativas en relación a actitudes laborales, reacciones machistas y, en los últimos tiempos como el único y absoluto responsable de la llamada "violencia de género".

En cierta comunidad autónoma he llegado a ver un anuncio televisivo en el que un niño, varón por supuesto, agredía a una niña en un patio escolar para, inmediatamente, asociar dicha acción a la violencia de género y emitir un sensacionalista mensaje: "evita, desde niño que se convierta en un maltratador". No dudo de las buenas intenciones de los creativos de dicho "spot" televisivo pero no es precisamente un enfrentamiento de sexos de lo que más necesitados estamos sino de armonía y de respeto que, después de todo, es lo que cada ser humano alberga en lo más íntimo de sí mismo.